Que se hayan cumplido más de 200 condicionantes para que surja la vida, ¿no es mucha casualidad?
Antonio Doadrio Villarejo ingresó en la RADE con una disertación sobre el Universo, el Sistema Solar y los elementos químicos
El Universo pudo ser otra cosa, feo, ardiente o helado, sin estrellas ni planetas; inerte para la vida. Pero resultó tener orden, armonía, belleza, simplicidad y elegancia, pleno de estrellas y planetas y también, lleno de vida en nuestro planeta azul. Hay más de 200 condicionantes, muy difíciles de cumplir, para que sea posible la vida. Una casualidad puede suceder, pero que se hayan cumplido más de 200 supuestos para que se genere vida, ¿no es mucha casualidad? Con esta tesis en su discurso de ingreso, Antonio Doadrio Villarejo ha tomado posesión de la medalla número 86 en la Sección de Farmacia, de la Real Academia de Doctores de España (RADE), en un acto presidido por Jesús Álvarez Fernández-Represa, titular de la corporación.
El discurso de ingreso de Doadrio, “El Universo, el Sistema Solar y los elementos químicos: un viaje cósmico”, demuestra su magistral conocimiento en física de partículas y astronomía y en elementos químicos, y su sencillez y eficacia divulgativa, subrayó Rosa Basante Pol, presidenta de la Sección de Farmacia, al contestar al nuevo académico.
Doadrio recorrió los pasos de la creación del universo. Hace 14.000 millones de años existía solo un extraño y diminuto punto, 100.000 trillones de veces menor que un protón, “constituido en su totalidad por una fuerza única de energía pura en un estado de perfección total, que los físicos llaman la superfuerza, que contenía el espacio y el tiempo unidos”. Tras repasar el comienzo del Big Bang, se detuvo 380.000 años después, cuando aparecieron los átomos, y se produjo el fotón de luz y desapareció la oscuridad. El hidrógeno fue el primer elemento creado cuando no había estrellas. Su combustión dentro de las estrellas produce helio. Los elementos más pesados que el helio se crearon en estrellas mayores que el Sol, que al morir los dispersaron en el espacio interestelar. Así iniciaron un viaje cósmico hasta la nebulosa molecular donde se gestó el Sol, que se enriqueció en elementos con la explosión de una supernova vecina. Los elementos continuaron su viaje en la nebulosa, hasta que el Sol encontró su sitio en la Vía Láctea y llegaron a nuestro planeta”, apuntó el nuevo académico.
Unos 40.000 millones de años después del Big Bang, al llegar a nuestro planeta los átomos se concentraron hasta miles de millones por centímetro cúbico. Más densidad atómica aumenta las oportunidades de choque entre átomos y propicia mayor variedad de materia. Por eso “la Tierra es la que más diversidad tiene de combinaciones químicas de todos los cuerpos del sistema solar”, señaló Doadrio. A continuación, reveló algunas curiosidades: el cuerpo humano contiene 41 elementos, algunos solo en trazas. Los más abundantes: oxígeno, carbono, hidrógeno, nitrógeno y calcio. En cantidades mínimas contenemos oro, “que solo valdría un céntimo de euro”. De hecho, “el precio de todos los elementos en el ser humano es de unos 120 euros, y el único que merece la pena es el potasio que vale unos 80 euros”. El hierro solo sirve para hacer un clavo de 75 milímetros de largo, pero tenemos carbono para fabricar 900 minas de lápiz. Somos muy ricos es en átomos: una persona de 60 kilos tiene unos diez mil cuatrillones de átomos en su cuerpo.
Un choque planetario imprescindible
“El Universo se creó así. Pudo ser otra cosa, un mundo feo, ardiente o helado, sin estrellas ni planetas; inerte para la vida. Pero no fue así, al contrario, resultó un universo de orden, armonía, belleza, simplicidad y elegancia, pleno de estrellas y planetas y también, lleno de vida en nuestro bello planeta azul”, manifestó Doadrio. Pero, ¿por qué la Tierra es tan especial? Una Tierra estéril para la vida, hace 4.500 millones de años, recibió el impacto de Tea, un joven planeta enano. El aumento de masa producido y la nueva atmósfera más fina propiciaron que el agua pudiera existir en los tres estados: sólido, líquido y gaseoso, el ciclo del agua, tan necesario para la vida. Tea colisionó con la Tierra en el ángulo oblicuo correcto y con la velocidad precisa. Con el tamaño adecuado y los materiales necesarios, llegó en el momento oportuno. Si la colisión hubiese sido frontal o en otro ángulo, la Tierra se hubiera destruido, como ha sucedido en otros casos.
Rechazó Doadrio que el Universo sea demasiado grande y que se desperdicien espacio, materia y tiempo, “no es así. Solo un Universo con la masa que tiene puede elaborar los elementos químicos esenciales para la vida en nuestro planeta”, añadió. “Y es que hay más de 200 condicionantes, muy difíciles de cumplir en nuestro universo, para que sea posible la vida. Una casualidad puede suceder, pero ¿más de 200 supuestos para que se genere la vida? La propia secuencia con la que se producen los sucesos en el Universo llevan un orden preciso. Y eso lo hemos visto en la creación de los elementos químicos. Estos elementos, se utilizan a modo de ladrillos para construir planetas, estrellas y galaxias enteras, pero también la materia mineral y la vida. Sin embargo, los elementos por sí solos no son suficientes para crear vida. Hace falta algo más. Algo que los una, algo en lo que se puedan desarrollar para terminar la obra. Hacía falta el agua”.
Sucesos extraterrestres
Y el agua llegó, dijo Doadrio, mediante sucesos extraterrestres, en dos intensos bombardeos de miles de millones de meteoritos. El primero trajo agua; el segundo, aminoácidos a una joven Tierra que había asimilado el choque con Tea, y la temperatura había bajado hasta los 70 grados centígrados, lo que permitió que toda esa materia se uniese, en el fondo de los océanos, y formase las primeras membranas celulares y las bacterias primitivas.
Para formar el ADN hacen falta carbono, oxígeno, nitrógeno, fósforo e hidrógeno, y que se combinen de manera determinada y optimizada. “Suponer que una optimización así pudo haber surgido por puro azar es un acto de fe mucho mayor de lo que muchos estaríamos dispuestos a creer”, apuntó Doadrio, antes de aclarar que “solo un planeta con la densidad atómica que tiene la Tierra puede generar la variedad de combinaciones químicas que constituyen los minerales y componen nuestro organismo”.
“Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas. El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor”, concluyó.
Docente, investigador y autodidacta
Hijo de farmacéuticos, se doctoró en Farmacia en 1977, con premio extraordinario, tras una carrera de excelentes calificaciones, afirmó la doctora Basante en s contestación. En 1975 era profesor ayudante en la Complutense; en 1984, titular, y en 2010, catedrático.
“Es un autodidacta que ha programado desde juegos de ordenador, hasta modernos portales web”, indicó Basante, al resaltar la magnífica labor realizada en la Real Academia Nacional de Farmacia (RANF), donde ha informatizado todas las obras y revistas y el resto de actividades con cinco portales web. Actualmente, es director de publicaciones de la RANF y presidente de su sección tercera.
Es el único farmacéutico que ha colaborado en proyectos de investigación de la Escuela de Ingenieros de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid. Trabaja en la liberación de fármacos en materiales mesoporosos ordenados de sílice. Ha sido el primero en demostrar que se pueden liberar controladamente antibióticos desde esos materiales, y ha sido pionero en usar mecánica cuántica en modelación molecular en ese campo. Ha dirigido siete tesinas de licenciatura y nueve tesis doctorales, y es el único farmacéutico con docencia en escuelas de medicina legal y de medicina del trabajo, así como en escuela de enfermería. Doadrio es, además, miembro de la Real Sociedad Española de Química, de la American Chemical Society, de la New York Academy of Sciences, de la American Association for the Advancement Science, y full member de la Academia de Ciencias de Rusia.