Almirante García Sánchez: Hay que combatir la ideología del Daesh con una narrativa controlada
El Jefe del Estado Mayor de la Defensa y el profesor Juan Díez Nicolás participaron en la jornada “Las fuerzas armadas españolas hoy”
La lucha contra el Daesh tiene un fuerte componente ideológico. Los propios musulmanes dicen que la teoría del Estado Islámico es una doctrina muy atractiva para sus jóvenes, porque es clara, agresiva y de reivindicación ante lo que ellos entienden como la represión del mundo occidental. Eso hace que pequeñas cantidades de personas arrastren a grandes masas. La conquista de Mosul fue obra de 1.800 combatientes contra unas fuerzas de 35.000. Hay 46.000 webs que hacen propaganda del estado islámico. Al haber un fondo ideológico en este conflicto, hay que luchar contra él con una narrativa controlada, sin dejar de combatir sus efectos: asesinatos, terrorismo… Esa es la visión que las fuerzas armadas tienen sobre el problema y el enfoque que intentan aplicar, aseguró el almirante general Fernando García Sánchez, Jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad) en la jornada “Las fuerzas armadas españolas hoy”, organizada por la Real Academia de Doctores de España (RADE).
El catedrático emérito de la Complutense, Juan Díez Nicolás, director de la Cátedra de Investigación en Ciencias Sociales y Seguridad, de la Universidad Europea de Madrid, y presidente de la empresa de investigación social, económica y política ASEP, mostró su acuerdo con el almirante y se alegró de que sea esa la visión de los ejércitos. Los yihadistas, dijo, no son unos meros arroja-bombas. Los tenemos enfrente y cada vez más esparcidos, añadió, y la población está con ellos en una proporción importante en Jordania, Libia y Argelia.
Otra cuestión, abordada como la anterior durante el coloquio, se centró en la repercusión que tendría una hipotética salida de Grecia de la Unión Europea para la defensa del frente sur de la OTAN . Según el almirante García Sánchez, que denominó esa posible situación como “un cisne negro, que esperemos que no sea”, el abandono de Grecia de la UE y su supuesto cambio de bloque, combinado con el conflicto en Libia y el cambio de situación en Argelia, “puede producir una situación dramática para el arco sur de la UE, para toda la UE y para la OTAN. Esperemos que ese sea uno de los elementos que se tiene en cuenta, con toda lógica, en el proceso de negociación, que no es meramente económica, sino que tiene un eminente calado estratégico y de seguridad para Occidente”.
El presidente de la RADE, Jesús Álvarez Fernández-Represa, que sustituyó como moderador al académico Gustavo Suárez Pertierra que no pudo asistir por enfermedad, advirtió al abrir la sesión que “el proyecto de política exterior española no se puede concebir hoy día sin el concurso de las fuerzas armadas, que son una pieza fundamental de ese capítulo”.
La disuasión como objetivo
La aseveración del doctor Álvarez Fernández-Represa fue ratificada por el Jemad cuando, al iniciar su ponencia, afirmó que "no es un capricho donde estamos y lo que hacemos. Todo tiene su origen en la Estrategia de Seguridad Nacional, de 2013, que dibuja el escenario geopolítico en el que nos encontramos. Este documento identifica y define el escenario en el
que nos movemos. Es un marco común a la UE, la Alianza Atlántica y lo que llamamos el mundo occidental. La globalización es uno de sus aspectos, y otro es la velocidad de cambio, que obliga a pensar la seguridad con otra mentalidad. Ya no es de foso, muro, almena y atalaya, sino que aparecen los conceptos de seguridad y defensa".
Las líneas de acción de las fuerzas armadas españolas en sus despliegues, continuó el almirante García Sánchez, tienen tres elementos básicos: prevención, decisión y acción; y sus operaciones ya no se desarrollan en ambientes únicamente militares, sino con la participación de diferentes agencias y países.
El objetivo de las fuerzas armadas españolas es disuadir a enemigos potenciales, para lo que intervienen en la gestión de crisis, pero también realizan estrategias de cooperación para contribuir a que otras zonas del mundo, que carecen de capacidad de gobierno, consigan estructuras propias de defensa y seguridad, con la idea de que esa defensa avanzada da seguridad a España, Europa y el mundo occidental.
Ya no hay ninguna crisis ni actividad internacional donde se entienda que la solución sea exclusivamente militar, y nadie discute la necesidad de aproximarse globalmente a los problemas, subrayó García Sánchez. El concepto actual de seguridad engloba seguridad y defensa, y da lugar a una seguridad con mayúscula. Aparecen los conceptos de guerra híbrida y guerra asimétrica, que aplican el criterio de globalidad a las soluciones de crisis. Todo ello modifica la naturaleza de la guerra, que no es la misma que en el siglo XX, con el enfrentamiento entre bloques. Se lucha contra la proliferación de armas, el crimen organizado, los tráficos ilegales..., y en escenarios diversos: el ciberespacio, el espacio marítimo, el espacio aéreo, etc., donde las reglas del juego no están definidas ni existen fronteras, pero con conflictos que tienen alto impacto en la sociedad. "El análisis de las redes es fundamental. Hay millones de datos que hay que identificar y analizar, que son fundamentales para saber qué ocurre y cómo hay que actuar para evitar riesgos e identificar amenazas", añadió el Jemad.
Y otro elemento es la ayuda humanitaria, que se entrelaza con las operaciones, porque "es un dogma de fe asumido por todo el mundo que no existe desarrollo sin seguridad", señaló el almirante. "Por todo esto, las fuerzas armadas son hoy un elemento clave desde el punto de vista de la acción exterior, y no solo de la propia nación. Están integradas en la defensa y la acción exterior del Estado. Se disuade por la capacidad de defensa, no por cifras de armamento o de soldados. La disuasión es una cuestión de capacidad y de credibilidad de los gobiernos y de las alianzas".
Antes de finalizar su intervención, el almirante García Sánchez hizo una exposición pormenorizada de las misiones que los ejércitos españoles desempeñan en el exterior, desde las que forman parte de la OTAN, como la operación de apoyo a los Estados Unidos tras el ataque a las Torres Gemelas, las desarrolladas por mandato de la ONU o las de carácter bilateral, que suponen la intervención de las fuerzas armadas en Bosnia Herzegovina, países bálticos, Turquía, Líbano, Afganistán, Somalia, Irak, República Centro Africana, Gabón, Mali o Cabo Verde, además de las que corresponde desempeñar en el territorio nacional como miembro de la Alianza Atlántica.
Baja conciencia de defensa nacional
Según la hipótesis del profesor Díez Nicolás, que se confesó muy involucrado desde 2007 en el tema de la seguridad, mientras que el siglo pasado se caracterizó por la confrontación entre libertad e igualdad, el XXI se va a distinguir por la controversia entre libertad y seguridad, "porque cedemos libertad para conseguir mayor seguridad, que va más allá de la la nacional para llegar a alimenticia, sanitaria, ambiental, económica, energética o ciudadana", afirmó.
Los españoles tenemos una percepción subjetiva de nuestra seguridad ciudadana que está por debajo de la real, según todas las encuestas, advirtió Díez Nicolás. Las tasas de delincuencia y criminalidad son las más bajas de Europa, pero a nosotros nos parece al contrario. Por el contrario, en seguridad exterior la situación es totalmente opuesta. "Creemos que no vamos a ser objeto de ataque por nadie. Hay preocupación por posibles atentados terroristas, pero no por una agresión exterior. Es decir, tenemos los españoles una conciencia sobre la seguridad disociada de la realidad. Por eso no queremos gastar ni un céntimo en defensa, mientras que todos los demás países gastan más que nosotros en ese capítulo", agregó.
Pero lo que, en opinión del sociólogo, debería preocupar más a los políticos es que la voluntad de defender el propio país en caso de guerra alcanza en España un nivel alarmante y bajo. Mientras que más de un 50 por ciento de los ciudadanos de otros países están dispuestos a defender su nación, los españoles que declaran su voluntad de hacerlo está, según un estudio realizado por Díez Nicolás en 2011, en un 28 por ciento, a pesar de que nos sentimos bastante orgullosos de ser españoles. El sociólogo llegó incluso a pensar que su encuesta estaba mal hecha; pero dos años más tarde, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), preguntó lo mismo, y la respuesta positiva no pasó del 16 por ciento.
Antes de insistir en su sugerencia de que la clase política debería tomar nota de esta situación, Díez Nicolás mostró la evolución decreciente de la disposición nacional a defender España en caso de guerra. Se mostraba favorable a tomar las armas un 53 por ciento de la población en 1981, En 1990 el porcentaje bajó a un 45 por ciento, pero volvió a aumentar hasta un 50 en 1995. A partir de ahí, se sitúa en un 37 por ciento en 2000, un 39 en 2005, un 28 en 2011, y un 16 en 2013.
Según datos de 2011, las fuerzas armadas ocupan el sexto lugar cuando se pregunta sobre la confianza en las instituciones, detrás de universidades, organizaciones humanitarias, policía, ecologistas y UE; aunque Díez Nicolás achaca ese resultado a que todas las instituciones por las que se pregunta se valoran muy mal.